Para realizar el trabajo de este hombre se necesitan unos nervios de acero, pero para hacerlo con la tranquilidad que él lo hace se necesita ir más allá. La mayoría ni siquiera se plantearía meterse entre una maraña de cobras venenosas, pero este hombre las maneja como si fuesen de juguete. Una de esas personas que oscilan sobre la delgada linea que separan la genialidad y la locura.